El fin de semana pasado me invitaron a Andong city. Fue uno de esos viajes para estudiantes extranjeros (como el de KEIS o el de K-food supporter).
El grupo de viaje estaba formado por 7 extranjeros de nacionalidades diferentes: Nepal, China, Indonesia, Filipinas, Suecia, Kazajistán. Y el resto eran coreanos de 30 años para arriba.
Como me ha pasado alguna vez que otra no pude aprovechar el viaje al cien por cien, ya que la mayoría de las explicaciones eran en coreano.
Andong está al sureste de Seúl, a unas 3 horas en autobús. Nuestra primera parada fue un mercado al por mayor. Desde aquí parten camiones cargados de fruta y verdura para Seúl y otras partes de Corea. Vimos la parte en la que negocian los precios de la fruta y la guindilla típica coreana con la que se hace la salsa del bibimbap (gochuyan).
Tras esto nos llevaron a unos invernaderos donde tienen frutas exóticas y flores.
¡Y llegó la hora de la comida! Bibimbap típico de la zona. Este tenía un ingrediente especial: flores. En la mesa se ven 4 cuencos grandes, con los ingredientes del bibimbap, los cuencos metálicos contienen arroz que hay que mezclar con los ingredientes del cuenco grande, la famosa salsa gochuyan de color rojo en el centro e infinidad de platos de acompañamiento.
Templo Bongjeongsa. La primavera ha llegado a Corea y se puede disfrutar de un paisaje precioso. Si además tenemos ante nosotros una de las construcciones de madera más antiguas del país la postal es espectacular.
Ceremonia del té. Nos llevaron a una casa que por fuera parecía más que estabas en el norte de Europa. En la sala donde tuvo lugar la ceremonia nos encontramos unas mesas-bandejas muy bien ordenadas con su cojincito modo asiento. La señora de la foto era la encargada de preparar el té y su marido de darnos las indicaciones sobre cómo tomar el té. Por supuesto, fue todo en coreano y el chico sueco tuvo que traducirme, pero aún así lo disfrute bastante. Teníamos que cerrar los ojos mientras el señor nos decía cosas en coreano del tipo "deja la mente en blanco, si no puedes, concéntrate en el olor del té".
Pintura en tazas. La siguiente actividad consistió en pintar tazas. Me sentía como si hubiese vuelto a mi infancia. El chico de Nepal es un artista, así que su taza fue sin duda la mejor de todas.
¡Hora de la cena! Nos llevaron a unas casas tradicionales coreanas (hanok) y en el patio hicimos una barbacoa. La comida exquisita pero lo que más disfrute fue la compañía. Soy fan de las señoras coreanas, no de las que pegan empujones en el metro, sino de aquellas que me cogen y me dicen cosas con cara de simpática. Había una señora que me recordaba a mi madre, siempre pendiente de que tuviésemos comida y bebida alrededor.
Al final de la noche y después de unas cuantas botellas de makgeolli y soju hubo muchas risas con los señores coreanos, que durante el día no se atrevían a hablar con nosotros.
Tuvimos la oportunidad de dormir alli. Parece incómodo dormir en el suelo, pero no lo es!
Y por la mañana un buen desayuno para coger fuerzas!
Por segunda vez desde que estoy en Corea, fui a hacer gochuyon. Nos enseñaron la fabrica donde la hacen y nos regalaron algunos productos.
¡Hora de comer! Sinceramente no sé como se llama este plato, pero estaba muy muy bueno. (Si alguien sabe como se llama que me lo diga y edito!). Lo que veis es la carne cruda de ternera que teníamos que "cocinar" nosotros (algo muy típico en Corea).
Pintura tradicional coreana. Primero el señor ("mu salao", por cierto) nos contó un poco de historia, de la cual no me enteré, pero que entre otras cosas nos enseñó las pinturas de las cuevas de Altamira. Eligieron las dos mejores pinturas, y la mía fue una de ellas! Así que nos coronó como reyes y nos puso un collar con una careta típica coreana.
Después de esto fuimos a practicar el tiro al arco. Muy divertido!
Tras el tiro al arco y después de subir durante unos 10 minutos un montecito embarrado pudimos disfrutar de estas espectaculares vistas de la aldea de Hahoe.
Y para acabar con el tour por Andong fuimos a unos invernaderos con fresas, en donde pudimos coger cuantas fresas quisiésemos. La fruta en Corea es carísima, y al ser estudiantes podéis entender con qué ganas las cogimos.
Cuando nos dejaron en Seúl nos dieron dos cajas enormes, una de fresas y otra de calabacines. Aún no sé qué hacer con los calabacines, no tenemos cocina en la residencia!
He disfrutado mucho este viaje, sobretodo por la gente que he conocido. He aprendido mucho no solo sobre Corea, sino también sobre el resto de naciones representadas. Me reí mucho con el chico filipino compartiendo las palabras españolas que aún usan por ahí. Y descubrí un país del que poco sabía, Kazajistán.
Si tienes pensado venir a Corea como estudiante no pierdas la oportunidad de apuntarte a estos viajes, desde la página de KINSA anuncian muchos de estos eventos.
Besos desde Corea! :)
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